El propósito eterno de Dios

En el vasto lienzo del tiempo y la existencia, el propósito eterno de Dios con el hombre se revela como una obra maestra de amor incondicional y sabiduría profunda. Desde los albores de la creación, cada pincelada en la historia humana ha sido guiada por Su divina presencia, buscando entrelazar la esencia divina con la experiencia humana.

La encarnación divina es la manifestación más palpable y profunda de este propósito eterno. En este acto sagrado, lo Divino se vistió de mortalidad, no para alejarse de su naturaleza infinita, sino para acercarse a la humanidad de una manera íntimamente comprensible. Este acto no es solo un evento histórico o teológico; es la afirmación del deseo de Dios de caminar con nosotros, de sufrir con nosotros y, sobre todo, de abrir un camino por el cual podemos retornar a nuestra verdadera esencia espiritual.

Este camino señalado por la encarnación divina ilumina la relación que Dios desea tener con cada ser humano: una relación de profunda intimidad, redención y transformación continua. A través de este misterio, se nos invita a reconocer que nuestra propia vida puede ser también un reflejo de lo divino, una oportunidad de vivir con propósito y gracia, de transformar cada acto ordinario en un acto de amor sagrado y trascendental.

Así, el propósito eterno de Dios con el hombre se despliega como un llamado a vivir en armonía con esa chispa divina dentro de nosotros, a reconocer nuestra identidad más profunda como hijos e hijas del Divino, y a participar activamente en la restauración de todo lo creado hacia su plenitud original. En cada gesto de bondad, en cada acto de compasión, en cada momento de verdadera entrega, se revela este propósito divino, invitándonos a ascender a mayores alturas de espiritualidad y conexión con lo absoluto.

Es un placer saludarles, mi nombre es David Burchkartd o más conocido como David Hosting

El cristianismo nos a regalado un mensaje de eterno amor y gracia

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